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El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

El lenguaje más allá de los idiomas

Teresa nos escribe de su voluntariado en misión, de lo importante de la comunicación y cómo el lenguaje, más allá de los idiomas, nos puede unir. No te pierdas sus reflexiones y experiencias con las hermanas dominicas en Camboya.

He pasado las últimas semanas en una de las escuelas que las hermanas dominicas supervisan en un poblado llamado Traeng TroYeng. Allí mi tarea principal era enseñar inglés y al mismo tiempo aprender yo khmer. He de decir que khmer he aprendido más bien poco, pero en comunicación, bastante. Sentí como Dios nos ha hecho bastante parecidos, pero nos empeñamos enversólo las diferencias.

Mis clases de inglés eran en el poblado principal y en otra escuela más pequeña en una aldea perdida entre campos de arroz. En el primero eran grupos de más o menos el mismo nivel y resultaba muy fácil seguir un ritmo de clase, pero en la aldea me podía encontrar niños desde los 4 a los 15 años con niveles muy diferentes, por lo que resultaba todo un reto. Ya desde la primera visita a esa aldea me impactó la pobreza, pero también el empeño de los niños por aprender, sin libros, ni papel ni lápiz. Enseñaba de lo más básico, muchas veces guiado por dibujos en la pizarra para enseñar nuevo vocabulario.He entendido lo de "el ARTE de la comunicación". Entre su poco inglés, mi poco khmer, canciones, gestos y mis dibujos nos entendíamos bastante bien (y el traductor google también de vez en cuando me salvaba de las más difíciles, ¡por qué negarlo!).

Y sobre las clases de khmer que recibía, ¿qué decir?,complicado. El khmer es un idioma muy diferente a cualquiera que conozco, en vocabulario, estructura, alfabeto, grados de respeto - como ejemplo, tienen 10 verbos para decir ‘comer’ dependiendo de con quién estés hablando - realmente distinto. Pero, aun así, intento captar y retener cuanto puedo, porque les hace muchísima ilusión ver como un extranjero intenta hablar como ellos y no viceversa. Me pareció especialmente graciosa la reacción de Bong Hein, un niño del vecindario que estaba jugando por ahí mientras yo cocinaba. Al verme en la cocina se extrañó, así que le saludé, me presenté y le pregunté cómo su nombre y edad. Se sorprendió mucho, no me respondió y se fue corriendo. Pensé que lo había asustado pero a los 2 minutos se me presentó ahí con otros ocho niños y me empezó a presentar a todos sus amigos. Y así siguió haciéndolo cada día que me veía con algún niño o niña diferente.

Me acuerdo de una dinámica que hicimos en los fines de semanas preparatorios con Selvas que consistía en tener que planear un juego, pero alguien en el equipo sólo respondía sí o no a todo o directamente no hablaba. Durante la dinámica los equipos solían dejar a dicha persona al margen de la planificación e ignorarla. Algunas veces yo me sentía como el intruso de la dinámica, con dificultad al seguir sus conversaciones, pero la reacción de ellos era muy diferente. Siempre querían que jugara con ellos, me invitaban a las miniparty barbacoa que montaban y hacían todo lo posible para entendernos en conversaciones o simplemente me acompañaban con su compañía. Incluso unos días que me puse enferma, yo creo que por una mezcla entre agotamiento, comida y condiciones higiénicas, se preocuparon mucho por mí y me cuidaron como una reina.

Me han dado una clase magistral de cómo acoger a gente de fuera, cosa que muchas veces olvidamos porque vivimos en nuestro mundo y ha hecho posible una relación e intercambio cultural muy bonito por ambas partes. Solo me queda dar un enorme gracias al profesor responsable, Hong; las profesoras Roth, Aeng y Knot, sus familias, los niños del vecindario y la comunidad católica de allí por todo el cariño que han volcado en mí estas semanas.



Teresa Buxo, voluntaria en misión de Selvas Amazónicas