Manda un Bizum al 01976

El Blog de Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas

Beatriz, Ana y Rocío en Sepahua

Las voluntarias Ana, Beatriz y Rocío siguen mandandonos sus vivencias en la misión. Han dejado Koribeni y Cuzco para adentrarse en el bajo Urubamba en la misión de Sepahua.

 

 

Van pasando las semanas y aquí seguimos con nuestra aventura por el Perú. Próxima parada el bajo Urubamba. Inicialmente nuestro viaje a Sepahua estaba planeado vía aérea, pero una de las cosas que hemos aprendido en este mes y medio es que en este país no se pueden hacer planes a medio-largo plazo. Lo mejor es vivir el día a día e ir afrontando con positividad y una sonrisa los imprevistos que vayan surgiendo. Así que, descartada la opción de viajar en avión, la mejor alternativa fue adentrarnos en una nueva aventura y viajar por tierra y río.

Antes de eso, sin embargo, cabe mencionar que tuvimos la oportunidad de conocer al padre Ignacio, quien se encontraba en Lima. Para darnos la bienvenida y conocernos un poquito nos llevó a tomar un pisco sour a las 11 de la mañana, en ayunas, así que no hace falta contar el resto...jajaja

Iniciamos el trayecto Lima - Sepahua por la noche, cogiendo un autobús hacia Satipo que duró 12h. Por suerte, era muy cómodo, con asientos reclinables y hasta nos dieron un tentempie! Nos dormimos enseguida, por lo que no pudimos disfrutar de la maravillosa carretera, llena de curvas y precipicios (aunque casi mejor que fuera así! ). Al día siguiente, desde Satipo, cogimos un 4x4 que nos llevó hasta Atalaya, fueron 7 horitas más, pero en esta ocasión nada de carretera asfaltada, pura pista de tierra atravesando montañas hasta adentrarnos en la selva.

A las 5 de la tarde, ya algo mareadas y un poco cansadas llegamos a Atalaya, donde después de una buena ducha y tomar unos juguitos con sandwich, nos fuimos a descansar fresquitas y retomar fuerzas para el día siguiente.

A las 7 en punto de la mañana estábamos listas y subidas en el bote que por fin nos llevaría hasta a Sepahua. El río es la única alternativa al aire para llegar hasta allí, por lo que cualquier viaje en bote se aprovecha, no sólo para transportar personas, sino también comida, animales, maquinaria... todo lo que sea necesario! Así que, después de casi 2h de espera cargando el bote, allí que nos fuimos rodeadas de plátanos, pollos y demás compañeros de viaje.

7 horas después llegábamos al puerto de Sepahua. Tuvimos suerte, no nos esperaba la manta blanca. Quien si nos recibió con su sonrisa habitual fue el padre Ignacio, junto con Fabiola, la periodista que está ahora a cargo de Radio Sepahua. Poco a poco fuimos conociendo a todos los compañeros de misión y a los chicos y chicas del internado, con quienes ha sido un gusto poder compartir horas de estudio, misas y juegos.

Estos últimos días, además, hemos podido ayudar en otras tareas más relacionadas con nuestro campo profesional y ha sido muy satisfactorio. Ana ha apoyado en el colegio de inicial y Beatriz y Rocío colaborando en un proyecto de desnutrición del que ya hablaremos más adelante. Ha sido genial, estamos muy contentas de haber podido colaborar con ellos, pero sin duda, es duro asimilar que en pleno siglo XXI sigue habiendo tanta desigualdad... A estas alturas todavía hay sociedades que no disfrutan de una educación seria y de calidad, y además, esta se ve comprometida por la falta de rendimiento de unos niños que, desde antes de cumplir 1 año de edad, ya sufren desnutrición crónica.

Estamos muy agradecidas con toda la gente por habernos recibido tan bien y con tanta alegría; nos han tratado de maravilla! Sin duda es la mejor despedida que podían tener Ana y Beatriz y un lugar maravilloso para que Rocío pase su último mes. Además hemos estado muy bien alimentadas, con las tapitas de jamón serrano, el queso bueno bueno y las ricas cocinitas de la señora Olivia, queridas madres no sufráis que ya hemos recuperado los kilos que habíamos perdido hasta el momento!

Ahora llega momento de despedidas y hasta prontos, Ana y Beatriz tienen que volver a Lima a pasar sus últimos días porque pronto vuelven a España, pero esta experiencia nos seguirá manteniendo unidas a las 3; unidas las falleras matsiguengas y unidos todos en misión!

Agosto 2016,
Ana, Beatriz y Rocío.